
Satrapía: Lenguaje, imagen igual a poesía
por Sabrina Barber
Introducción
Javier Roldán es un poeta contemporáneo argentino nacido en 1975, en Merlo Gómez, provincia de Buenos Aires. Trabaja como profesor de Lengua y Literatura en colegios secundarios del conurbano y también coordina talleres de lectura. Publicó La Extraña Dama (2015) y Villa Trankila (2018). En 2019 creó junto a Alfredo Machado el sello editorial independiente Patronus Ediciones, en el que publicó el poemario Satrapía (2020); texto que, precisamente, nos ocupa en esta ocasión.
No bien comienza Satrapía advertimos que los poemas allí escritos podrían leerse como un compilado de experiencias en escuelas secundarias del conurbano bonaerense; que la relación docente-alumno está presente en cada verso, como así también la marginalidad, la desigualdad social, pero abordar estos ejes resultaría un tanto redundante para los que ya han leído el poemario. El presente trabajo tiene como objetivo analizar cuál es la función del lenguaje en el poemario y qué relación hay entre ese lenguaje y la imagen poética. Para intentar responder a estas cuestiones, el corpus seleccionado está compuesto por los poemas: “la ternura” y “soy profesor de lengua y literatura”.
Desarrollo
Los textos están construidos por palabras, palabras que son parte del lenguaje. Un lenguaje que, la mayoría de las veces, se queda “corto”, no alcanza para expresar lo que sucede. Y es en ese momento, cuando el lenguaje no alcanza, que aparece la imagen para decir lo indecible. Octavio Paz sostiene que “la imagen dice lo indecible: las plumas ligeras son piedras pesadas. Hay que volver al lenguaje para ver cómo la imagen puede decir lo que, por naturaleza, el lenguaje parece incapaz de decir” (1972, p. 7). Para Paz, el lenguaje indica, representa; es sentido de esto o aquello. “El sentido es el nexo entre el nombre y aquello que nombramos. Así implica la distancia entre uno y otro” (p. 11). Es decir, que la distancia entre la palabra y la cosa, el signo y el objeto se torna insalvable y es por esta razón que Paz sostiene que el hombre se queda encerrado en su lenguaje y hasta sin él, “pues las palabras que emite son puros sonidos que ya no significan nada”. Y agrega que con la imagen sucede lo contrario, porque con ella, la distancia que existe entre la palabra y la cosa se acorta o directamente desaparece: el nombre y lo nombrado pasan a ser lo mismo.
El poemario de Roldán es una proyección ininterrumpida de imágenes que presentan y nombran esto y aquello —donde aquello también es esto— y son justamente las imágenes las que vienen a decir “eso” para lo que el lenguaje no alcanzó.
En “soy profesor de literatura” las limitaciones del lenguaje quedan expuestas por el mismo yo poético cuando dice:
el nene
la mamá
los muchachos
prescinden
del lenguaje
hablado o escrito
de su sonido engañoso
de su sentido taimado
(Roldán, 2020, p. 25)
En estos versos los personajes interactúan, se comunican, pero sin las trampas del lenguaje escrito o hablado que el yo poético tilda de engañoso y taimado. Las imágenes dicen todo aquello que perdería sentido al ser explicado por las palabras, puesto que, el sentido de la imagen es la imagen misma. El yo lírico observa desde el colectivo, y no necesita más interpretación que la que la imagen le devuelve; hasta parece envidiar la ausencia del sonido de la charla de los sordomudos. En la estrofa final, el yo lírico redobla la apuesta diciendo:
trabajo
de profesor de lengua
y literatura
en colegios del conurbano
y a veces me siento
traicionado por mis palabras
(p. 25)
Resulta una ironía que, como profesor de lengua y literatura, el yo lírico se sienta traicionado por sus palabras. Después de todo, para el profesor de lengua y literatura, el lenguaje y las palabras son “su pan de cada día”, y como tal, debería ser un espacio de confort para él. Sin embargo, sus imprescindibles herramientas de trabajo se vuelven también sus enemigas. En cambio parece sentirse muy a gusto con las imágenes que el lenguaje no verbal le brinda: las caricias, las miradas, las sonrisas, la lengua de señas; aquello que no puede ser corrompido por las palabras.
Si observamos el otro poema, “la ternura”, podríamos pensar que se contrapone con el anterior porque, en varios versos, el yo poético dialoga con la ternura:
la Ternura me habla y me habla
[...]
y le digo:
Ternura vos estás loca
(p. 22)
Ese diálogo entre el yo poético y la ternura (la conciencia), reconcilia a los contrarios: la imagen y la palabra. Puesto que, como sostiene Paz, la experiencia poética no es reductible a la palabra, no obstante, solo la palabra la expresa. Pero también dice: “Nacido de la palabra, el poema desemboca en algo que la traspasa” (p. 10). Y es precisamente en este punto en el que ambos poemas se encuentran. Porque las palabras están, son la génesis del poema pero la imagen las traspasa.
Podemos leer “la ternura” como un poema dividido en dos partes que se entremezclan: por momentos encontramos al yo poético dialogando con la ternura, con su propia conciencia. La ternura le habla, le dice, le muestra, lo llena de palabras. Hasta que se produce un quiebre y el yo poético de alguna manera la silencia:
no me traigás problemas
entonces ella
me mira un poco desilusionada
encara para la puerta y se baja
(Roldán, p. 22)
A partir de allí las palabras son solo el artefacto que proyecta las imágenes. El yo lírico vuelve, en cierta forma, a la contemplación del “paisaje” puro, silencioso, libre de engaños: el albañil, la muchacha, el profesor; todos llegan a sus destinos y comienza la ceremonia del mate. Pero el viaje no se detiene, termina y vuelve a empezar:
y así
de casa al trabajo
y del trabajo a casa
sin demoras
sin confusiones
(p. 23)
Hay en estos versos finales una notable diferencia con el final de “soy profesor de lengua y literatura” cuando manifiesta que se siente traicionado por lo que debe y/o quiere decir. En “la ternura” el sentimiento último es otro, las imágenes hablan por sí solas, la conciencia ya no habla, no hay lenguaje ni palabras que demoren ni confundan el “viaje” del profesor de lengua y literatura.
Conclusión
El lenguaje y las palabras dicen esto o aquello, nombran, representan, pero no son suficientes para expresar todo lo que sucede. Y cuando el lenguaje no alcanza aparece la poesía para decir lo indecible. Sin el poema, el lenguaje y las palabras se vuelven solo sonidos que no significan nada. Por el contrario, la imagen no necesita ser explicada ni interpretada, es lo que es, solo ella dice lo que quiere decir. No lleva a otra cosa, al igual que un cuadro no describe ni explica, sencillamente, presenta eso que quiere expresar.
Bibliografía
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Paz, O. (1972). La imagen. El arco y la lira. Fondo de Cultura Económica.
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Roldán, J. (2020). Satrapía. Patronus.
SOBRE LA AUTORA
