El mito y el contradiscurso en Río de las congojas,
de Libertad Demitrópulos
por Dolores Álvarez
“Quiso ser libre siendo mujer”
Blas, María e Isabel son los tres protagonistas y narradores que, en Río de las congojas, relatan desde su perspectiva, mirada mestiza, pobre y de mujer, algunos de los hechos ocurridos durante la conquista. Y es desde esta posición que la historia se desarrolla, pero no la historia oficial, sino la que nos muestra los no-protagonistas oficiales, los relegados, lo que no tienen por qué aparecer en el discurso historiográfico, que los silencia y los condena al olvido. Son las voces de los desplazados las que toma Libertad Demitrópulos para, a través de ellas, reescribir y rememorar la identidad de los pueblos oprimidos durante la conquista.
Por lo expuesto anteriormente, es que podemos reconocer dentro de la novela, la representación paradójica que se da entre la Historia que posee criterio de verdad y universalidad (puede ser un ejemplo de éste, la primera muerte de María), y la producción de una verdad alternativa y particular, como la del mito de María Muratore que construye Isabel Descalzo luego de que Blas volviera de la guerra, con el cuerpo de María en sus brazos. Es desde esta nueva verdad histórica que analizaremos la obra, considerando que es a través de la creación del mito de María Muratore que Isabel Descalzo trasgrede, al igual que María, las pautas que le son impuestas desde el orden patriarcal. María es la mujer que no se deja dominar y aunque Isabel se adapte a los preceptos patriarcales que indican lo que una mujer debe ser, los reconfigura transformando la identidad de su comunidad. Lo que también nos interesa es detectar cómo la transmisión oral de esta memoria colectiva es utilizada para subvertir la historia oficial escrita.
En el primer apartado, realizaremos una breve caracterización de las dos mujeres protagonistas: María e Isabel, para detectar que ambas mujeres trasgreden, a su manera, las normas de la época. En la segunda parte, intentaremos detectar cómo la autora recrea en la narración lo que sucede en el contexto actual de producción y edición de la obra; la Historia oficial de lo sucedido durante la conquista y lo que narran las voces de los oprimidos, la realidad que representa el abandono de los mismos que quedan en las ciudades periféricas y la construcción de la memoria colectiva de esos pueblos. Nuestro análisis tendrá como marco teórico los textos: “Río de las congojas: una obra para repensar la historia” de Florencia Abatte, “Vivir es peligrar: Los discursos de resistencia en Río de las congojas” de Luciana Belloni, y el concepto de “archivo hospitalario” de Szurmuk y Virué (2020), teoría que nos permitirá reconocer que, en la construcción del mito como una historia oral, estos pueblos logran contar su verdad que rompe con los textos escritos de los que son relegados.
Isabel teje a María en la memoria
A lo largo de toda la novela, por medio del relato de los personajes, se va configurando la imagen guerrera de María Muratore. Blas de Acuña, el mestizo que se enamora de María, la describe como una mujer luchadora, que maneja las armas mejor que muchos hombres, y que se rehúsa a ser gobernada. Cuando María lo abandona, luego de que Blas le salvara la vida, él admite:
Pensé que, renegando de la vida que llevaba conmigo, habría querido volver a su otra, cuando no era una mujer casada sino libre, sin hombre que la gobernase. Entonces comprendí que el hombre cree que la mujer es un cántaro que se llena, aunque no tenga sed, para las sequías. Malhecho llenarla. Malhecho enjaularla. (Demitrópulos, p. 63).
Es la propia María quien se reconoce como un ser distinto que no encaja con la idea de que los hombres tienen sobre las mujeres y es por eso que sentencia: “Algún día sabrán que la María Muratore no es una mujer como tantas que conocieron en la calle del Pecado. Sabrán que es la mujer que han querido matar y no han podido. Y que la tendrán que respetar” (Demitrópulos, p. 21). En su artículo, Florencia Abatte define el rol de la protagonista:
Muratore no encaja ni con las mujeres del prostíbulo ni con aquellas a quienes Isabel representa. No admite ponerse al servicio del sistema patriarcal: ni como objeto sexual (la prostituta), ni como objeto para la reproducción del trabajo doméstico, la perpetuación del apellido y la conservación del patrimonio (la buena esposa). En un contexto que no lo permite, Muratore intenta posicionarse como sujeto de deseo y no meramente como objeto del mundo masculino. (Abatte, p. 3)
Como contracara de esta imagen de mujer luchadora y libre, encontramos el personaje de Isabel Descalzo, quien posee como única expectativa de vida casarse para poder salir de la pobreza en la que vive. Es ella quien conforma una familia con Blas, aunque el mestizo reniegue de ello, y quien cumple con los mandatos patriarcales asignados a las mujeres: el ser buena esposa, madre y quien se encargue de los trabajos de la casa.
Al mismo tiempo, Isabel, rompe con estos preceptos impuestos desde el mundo masculino creando el mito de María Muratore. Es a través de este relato oral, que Isabel va elaborando la memoria e identidad de su familia primero y, luego, la de su comunidad. Son, por lo menos, dos las características transgresoras que reconocemos en la mitificación de María Muratore: la conformación de la idea de que sea una mujer luchadora y también sea la protectora del pueblo.
La fueron sintiendo como la protectora de la familia, como la madrina del cielo. Cuando les preguntaban en dónde vives, respondían: en lo de Muratore; cuáles son tus bienes: una tumba; tu origen: una mujer heroica; tu patrimonio: el amor; tu postrimería: un recuerdo, (Demitrópulos, p. 128)
Como también que, precisamente, una mujer haya sido la responsable de instalar ese relato como parte de la identidad del pueblo y que, además, lo hiciera desde su espacio geográfico predestinado: el interior de la casa y de su familia. Relato que luego rompe los límites de lo doméstico, para luego instaurarse en la comunidad. Es Isabel, mediante el rito de la transmisión oral de su verdad alternativa, quien elabora una historia que se va completando con el tiempo:
Era un recuerdo que iba creciendo con ellos y se santificaba. Un soplo trágico los había tocado. Y también fueron entrando en el mito, porque si otros tenían blasones ellos tenían su historia con una mujer que parecía hombre por lo valiente pero que fue una gran amante. (Demitrópulos, p. 128)
El pueblo oprimido al que pertenecen Blas e Isabel, no posee blasones, pero sí son herederos de un legado de lucha. Su historia se asienta sobre la imagen de una mujer que teniendo todo en contra por ser mestiza, huérfana, pobre y, por sobre todas las cosas, por su condición de género, lucha por ser libre. Isabel consigue que su pueblo se conforme en base al ideario de libertad, rompiendo con lo que la historia oficial tenía asignado para ellos: el olvido y la opresión.
La otra verdad
En La literatura de mujeres como archivo hospitalario: una propuesta, los autores Szurmúk y Virué (2020), plantean:
La literatura particularmente es un archivo hospitalario donde se albergan posibles vidas del pasado y también donde se alojan experiencias a las que podemos revitalizar, oxigenar y darles vida otra vez. La literatura escrita por mujeres tiene un lugar privilegiado en ese archivo, un espacio donde se cobijó históricamente lo que no se podía decir (por censura o por normas de la época, por ejemplo) y también lo que todavía no se podía pensar. Es un espacio textual donde se instalan las inquietudes que aún no pueden nombrarse; es una carta al futuro, esperando una lectura generosa. (p. 2)
A partir de la noción de “archivo hospitalario”, es desde donde analizaremos cómo Libertad Demitrópulos, otorga la palabra a los olvidados de la conquista, a quienes casi no aparecen en esos archivos. A través de la literatura, la autora permite escuchar otras voces, conocer la historia desde una perspectiva nueva por medio del espacio textual: la palabra de los marginados. Los otros de la historia toman la voz en Río de las congojas y lo hacen para, mediante la rememoración, dejar testimonio de lo que significó ser mestizo en la época de la conquista. Así lo demuestra Blas recordando lo que Juan de Garay opinaba sobre ellos:
El mestizaje no es únicamente un alboroto de sangre: también una distancia dentro del hombre, que lo obliga a avanzar, no sobre caminos, sobre temporalidades. Todo se va trabajando al revés de los otros. ¿De cuáles otros? Ahí está la cuestión. Todos son los otros. Uno es el mestizo, el distinto. Al mestizo —decía Garay— tenerlo aislado; comida bordeando la escasez; dormir, lo mínimo; ayuno riguroso; rezo suficiente; nada de cantar ni fumar ni holgar. (Demitrópulos, p. 23)
Lo que Blas denuncia, por el tenor de lo que expresa podemos definirlo así, es la cara invisible de la conquista, el maltrato que se ejerció a los mestizos, pero también a los indios, a los pobres y, por supuesto, a las desplazadas dentro de los desplazados: las mujeres.
A través de la historia de amor, o desamor, mejor dicho, escuchamos hablar a dos mujeres que, desde la pobreza y la exclusión, cuentan lo que significó la conquista para los pueblos oprimidos. De la misma forma, Isabel crea historia transformando en mito a María Muratore. En “Vivir es peligrar...”, Luciana Belloni plantea que:
Mediante las armas femeninas, las tijeras, los dedales como símbolos del poder de la palabra, Isabel amplia el campo visual: da forma y voz a aquello que estaría condenado a ser sombra desnuda. De esta manera, crea en la mente de su familia el mito de María como protectora absoluta. (p. 15)
Resulta decisivo destacar la tarea vital que Isabel Descalzo lleva a cabo, no sólo edifica la memoria familiar, sino que rompe con la historia impuesta a su comunidad. Es a través del mito que Isabel resignifica la identidad de su pueblo, una mujer luchadora y libre como emblema, una historia que se va completando a través de los años mediante la palabra de otras mujeres:
Un día oyó que su única hija mujer, anciana ya, sentada junto al brasero, ocupaba su lugar y respondía a la inquietante pregunta: ¿y qué más? entonces se descubrió que el valiente guerrero no era un guerrero sino una mujer, porque se desprendió el casco y cayó una cabellera negra y honda, como la noche. Esa mujer era María Muratore, más valiente que muchos hombres, más hermosa que la luna. (Demitrópulos, p. 135)
El relato que transmite Isabel a sus descendientes quiebra rotundamente con la Historia oficial en varios puntos: la historia surge desde lo particular y logra trascender esos límites para lograr generalizarse, la transmisión es oral y se transforma en un rito al momento de ser contada a sus nietos, el tiempo es cíclico, ya que Isabel contaba su historia desde donde ella lo considerara apropiado, las mujeres que la sucedieron fueron completando la historia y tuvieron la capacidad de seguir transmitiéndola, y es en ese punto cuando la misión de Isabel ya estuvo cumplida. Florencia Abatte remarca que:
El mito de María Muratore en Río de las congojas sería un ejemplo de esas creaciones orales colectivas que lograron conservar su sentido profundo a pesar de sus múltiples adaptaciones en el tiempo; y se reprodujeron como herencia comunitaria de los antecesores, una suerte de legado ético capaz de sustentar la continuidad de un lazo entre el pasado y el presente de la comunidad.
Conclusión
En este trabajo, nos propusimos analizar la novela Río de las congojas, de Libertad Demitrópulos, teniendo en cuenta que es a través de la creación del mito de María Muratore que Isabel Descalzo trasgrede, al igual que María, las pautas que le son impuestas desde el orden patriarcal, transformando la identidad de su comunidad, y cómo la transmisión oral de esta memoria colectiva es utilizada para subvertir la historia oficial escrita. Para esto, utilizamos los textos de Florencia Abatte “Río de las congojas: una obra para repensar la historia”, “Vivir es peligrar: Los discursos de resistencia en Río de las congojas” de Luciana Belloni, y el concepto de “archivo hospitalario” de Szurmuk y Virué.
En primer lugar, pudimos notar que la figura de María Muratore, se configura como una guerrera que desafía las expectativas de género, destacándose por su habilidad con las armas y su rechazo a ser gobernada. En contraste, Isabel Descalzo, aunque inicialmente parece conformarse con los roles patriarcales, rompe con estos al crear el mito de María. A través del mito oral, Isabel no solo preserva la memoria de su familia, sino que forja la identidad de su comunidad, basándola en la lucha y la libertad.
En segundo lugar, que a través del “archivo hospitalario”, da voz a los marginados. Permite que los mestizos, indios, pobres y mujeres desplazadas narren su historia, revelando la cara oculta de la conquista.
En conclusión, en Río de las congojas, la historia alternativa, se presenta antes nosotros mediante el recuerdo de aquellos a quienes les tocó la peor parte. Si bien es una novela y, por lo tanto, es ficción, no deja de ser un canal paralelo que permite entrar en la historia desde “la otra mirada”. Otra mirada que se debe tanto a la autoría del libro, la escritora Libertad Demitrópulos, como a que las voces textuales pertenecen a los oprimidos: las mestizas Isabel y María, el mestizo Blas y el negro Cabrera. Esta obra permite edificar una memoria integrada por los discursos relegados de la Historia oficial, de la misma manera que Isabel al crear el mito de María permite a su comunidad conocer su propia historia. La historia silenciada por el relato patriarcal.
Bibliografía
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Abatte, F. (2014), Río de las congojas: una obra para repensar la historia. Nuevo texto crítico, 16-17(49-50), pp. 165-172.
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Belloni, L. (2015). Vivir es peligrar: Los discursos de resistencia en Río de las congojas. En Crespo Buiturón, M., Conde, O. y Esteves, A. R. (Eds.), Nuevas Lecturas sobra marginalidad, canon y poder en el discurso literario (pp. 155-175). Universidad del Salvador.
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Demitrópulos, L. (2014). Río de las congojas. Fondo de Cultura Económica.
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Szurmuk, M. y Virué, A. (2020). La literatura de mujeres como archivo hospitalario: una propuesta. El taco en la brea, 1(11), pp. 67–77.
SOBRE LA AUTORA
