La prensa y la guerra por las interacciones
por Catalina Fuentes
Hace veinte años, informarse era un proceso mucho más limitado. Las personas dependían de canales de comunicación, como la radio, la televisión y la lectura de diarios, para conocer los hechos de actualidad. Aunque internet ya existía, solo un número reducido de personas tenía acceso a dispositivos tecnológicos, lo que hacía que el proceso de informarse fuera autónomo, lento y organizado como parte de la rutina diaria.
El contraste con la actualidad es notable. Vivimos en la era de la inmediatez y la conectividad virtual. La tecnología ha irrumpido cada vez más en nuestra vida cotidiana. Es como si el ser humano se hubiera transformado en una especie de cyborg sacado de las novelas de ciencia ficción, dependiente de un pequeño y práctico dispositivo celular. Este aparato de bolsillo funciona como una extensión propia del cuerpo humano, permite comunicarse, informarse, trabajar, gestionar dinero y más, todo de manera simultánea, acelerada e instantánea.
Teniendo en cuenta los avances tecnológicos, que parecen ser cada vez más progresivos, ¿cómo ha cambiado la prensa en la era digital? ¿Cómo se reinventa el periodismo en épocas de redes sociales?
Si pensamos en la figura estereotipada del periodista, seguramente nos remontamos a la idea de compromiso por revelar la verdad, la búsqueda de la justicia y el trabajo metodológico de investigación, escritura y edición. Sin embargo, el panorama actual es completamente distinto. En primer lugar, es importante reconocer que el contenido en la red posee características distintivas. Por un lado, la hipertextualidad permite al lector acceder a una red infinita de textos a través de hipervínculos que conectan la información. Este acceso mediante enlaces URL ha transformado la forma en que se recopilan fuentes como imágenes, documentos y videos. Por otro lado, la interactividad, que es la retroalimentación constante entre el contenido y el usuario, se ve favorecida por las redes sociales, donde el usuario elige con qué interactuar, mediante likes, reposteos y comentarios. Por último, la multimedialidad, que implica el uso y explotación de recursos digitales como imágenes, videos y audios, es una posibilidad exclusiva del soporte web.
Es evidente que estamos bombardeados de contenido. La democratización de la información es el gran punto de quiebre con el pasado. Sobre esto, Gabriela Martínez Puente (2019) señala que el periodismo digital tiene ventajas y desventajas. En un sentido, facilita el trabajo periodístico de investigación, recopilación de fuentes y divulgación masiva, pero lo más preocupante es la transformación del periodista en un influencer desesperado por interacciones y clics que luego se traducen en publicidad (ganancias). De ahí que la labor real del periodista pasa a un segundo plano y se banaliza.
En consecuencia, ¿cómo han cambiado las dinámicas de poder y autoridad en este contexto? ¿Cómo nos informamos hoy en día? En primer lugar, el soporte impreso ha sido reemplazado por el soporte tecnológico. Las plataformas como Facebook, Instagram, TikTok y X (anteriormente conocida como Twitter) son ahora los principales canales de comunicación. Internet almacena una cantidad ilimitada de contenido, el cual se organiza y muestra según las preferencias de los usuarios mediante el algoritmo. El receptor, antes considerado un actor "pasivo", toma protagonismo, consume (visualiza) y responde (comenta) a lo que se le impone. Esta estructura digital también facilita la difusión de noticias falsas, conocidas como fake news. Aunque han existido desde siempre, su proliferación ha aumentado en los últimos años, operando a menudo al servicio de intereses políticos y sociales de grandes sectores privados.
Según el periodista Pablo Boczkowski (2016), existen tres factores que alimentan el alcance de este tipo de noticias. En primer lugar, la estructura en la que fluyen este tipo de mensajes está organizada de tal manera que puede maximizar las visualizaciones. En segundo lugar, los usuarios no están completamente formados en las dinámicas del medio, lo que les impide detectar falsedades y los lleva a depositar su confianza en su propio algoritmo personalizado. Estas nuevas prácticas de lectura se caracterizan por la inmediatez y falta de contexto, debido a las cuales las personas se dejan llevar sólo por los titulares. Finalmente, los medios tradicionales han perdido credibilidad, y este mal se ha extendido a otras áreas académicas socialmente respetadas. Boczkowski afirma: "La crisis en la autoridad cultural del conocimiento no es propiedad exclusiva de los medios: se aplica a otras instituciones clave de la vida moderna, como la medicina, la ciencia y la educación" (p. 3).
Pienso que, si bien este panorama puede parecer desalentador, es solo una parte de lo que nos ofrece el sistema. En la red existen grises que también permiten dar voz a proyectos que buscan la asociación entre el rol del periodista y las nuevas plataformas digitales. Un claro ejemplo de ello es el proyecto RED/ACCIÓN fundado en 2018, que en su página web se presenta de la siguiente manera: “Somos un equipo de periodistas, editores, expertos en tecnología e innovadores sociales que trabajamos para hackear lo que solía ser el periodismo y un medio de comunicación".
Dentro de sus principios editoriales enumeran una serie de compromisos o "guerras" a las que se enfrentan. Entre ellos, se destacan los siguientes:
Admitámoslo, vivimos infoxicados: La sobreabundancia de información genera ruido y nos aturde. [...] Además, la obsesión por el rating digital está dañando seriamente la calidad del periodismo y su vínculo con las audiencias. Necesitamos un antídoto contra la infoxicación. […] Somos responsables de las consecuencias de nuestro periodismo.
Como podemos apreciar, RED/ACCIÓN toma una postura crítica frente al periodismo actual. Busca infiltrarse en el sistema digital y dar la pelea por los buenos valores que encarna el periodismo. La guerra contra la publicidad masiva, en favor de formar usuarios con una visión crítica y un sentido de pertenencia, nos invita a cuestionar lo que el algoritmo tiene para ofrecernos. Pero lo más importante es que dota al periodismo de una responsabilidad social que realmente haga la diferencia, posicionándose como un antídoto contra la infoxicación.
Decido quedarme con esto último: los nichos en los que todavía existe una iniciativa prometedora con compromiso social, responsabilidad y ganas de innovar. Un periodismo que logra transicionar de lo analógico a la era digital sin olvidar su esencia. En medio de esta guerra digital, es crucial que nosotros, como consumidores, tomemos conciencia del mundo en el que estamos inmersos y salgamos del piloto automático. Necesitamos detenernos en medio de la vorágine de la rutina y empezar a cuestionar las cosas. Es vital que identifiquemos qué hábitos podemos mejorar y levantemos la mirada de la pantalla, porque les aseguro que nos estamos perdiendo muchas cosas. Esta es parte de la responsabilidad que debemos asumir.
Bibliografía
-
Boczkowski, P. (2016). La postverdad. Anfibia. Disponible en: https://revistaanfibia.com/ensayo/la-postverdad
-
Boczkowski, P. y Mitchelstein, E. (2016). El medio ya no es medio ni mensaje. Anfibia. Disponible en: https://revistaanfibia.com/ensayo/medio-ya-no-mensaje
-
Puente Martínez, G. S. (2019). El periodismo en la era digital. El periodista en la era digital: transformaciones y cambios del oficio periodístico en la prensa escrita. Tesis de Grado. Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito.
-
RED/ACCIÓN. El proyecto. Disponible en: https://www.redaccion.com.ar/el-proyecto
SOBRE LA AUTORA
